Los problemas, las preguntas y las fuentes de información
El oficio de historiador es, sin duda, preguntarse por el pasado, pero ¿no hay suficientes problemas hoy para perder el tiempo pensando en el pasado? ¿No es mejor dedicar esfuerzos a ver que hacemos de aquí en adelante? La experiencia humana es una experiencia de cambio, de transformaciones, de evolución, pero sobre bases que se han ido construyendo y asentando en el pasado. En algunos casos las raíces de los problemas a los que hoy nos enfrentamos se remontan a mucho tiempo atrás, en otros casos esas raíces tienen su parte fundamental en un pasado reciente, pero siempre el pasado tiene mucho que decirnos sobre qué somos y adonde vamos. Tomando el caso de un accidente de tráfico: no hay duda de que una foto del coche accidentado nos permite obtener conclusiones sobre cómo fue el accidente, ¡pero cuanta más información tendremos si disponemos de un video que nos muestra de donde venía el coche, cómo iba, cual era su rapidez, que movimientos hizo antes del accidente!
Cada generación humana se enfrenta con nuevos problemas, piensa su realidad de forma diferente, descubre nuevos prismas para entenderse a si misma. Cada generación debe repensar su historia a la luz de esos problemas, de ese pensamiento, de esos nuevos prismas.
A principios de los años ochenta la mayoría de los historiadores de Navarra se preocupaban por entender el funcionamiento de las instituciones del antiguo reino de Navarra y del resultado político-institucional de dos grandes conflictos: la incorporación de Navarra a la monarquía española después de la invasión de las tropas castellanas a principios del siglo XVI y la derrota del carlismo en 1839 que dio paso a la Ley de Modificación de los Fueros, que algunos llaman con poco rigor la «ley paccionada». Las investigaciones históricas sobre el reino de Navarra servían para legitimar determinadas particularidades políticas que hoy Navarra tiene, las segundas para discutir si el encaje de Navarra en el entramado institucional español se hizo de forma voluntaria o fue producto de unas derrotas militares.
Los conflictos políticos, los resultados institucionales, los enfrentamientos bélicos no son cosa sólo de políticos y militares, por detrás de ellos hay una sociedad con grupos distintos, con intereses distintos, con ideas distintas. En ocasiones esas diferencias su subordinan a objetivos comunes, en otras ocasiones esas diferencias pasan a primer plano, pero siempre hay por detrás de la política un complejo mundo de intereses e ideas y hay que preguntarse por ellos para dar sentido a aquellos conflictos y sus resultados.
Un propósito más o menos explícito en el impulso investigador de aquel conjunto de jóvenes historiadores que confluimos en la fundación del Instituto Gerónimo de Uztariz era dar protagonismo a esa sociedad navarra, visualizar a ese conjunto de protagonistas ocultos, abordar el estudio de la historia económica y social de Navarra.
Este nuevo prisma da lugar a mirar de distinta manera aquellas viejas preguntas, pero también a plantear preguntas nuevas: ¿Habían resuelto satisfactoriamente los navarros la obtención de los bienes materiales? ¿Cómo se habían distribuido esos bienes? ¿Qué obstáculos habían encontrado en ese camino? ¿Hasta qué punto los habían superado? ¿A qué conflictos había dado lugar ese recorrido? ¿Cómo se habían abordado? ¿Quiénes habían ganado y quienes habían perdido en ese camino? ¿Cómo habían pensado esos problemas los distintos sectores en presencia? En suma, ¿El crecimiento económico y la modernización social que se produjeron en Navarra qué problemas habían resuelto y qué nuevos problemas habían generado?
Los problemas del historiador no se acaban cuando integra en sus preocupaciones las preguntas que se hace la sociedad en la que vive. Debe ahora rastrear en el pasado en busca de fuentes de información para encontrar respuesta a esas preguntas y no siempre aparecen las fuentes adecuadas. Los documentos que se elaboran en cada época responden a la necesidad de dar constancia de diferentes situaciones de esa época y no, desde luego, a responder a las preguntas que hoy nos hacemos.
Un ejemplo puede dar claridad a esta cuestión. La preocupación por conocer la producción económica en el siglo XVIII y anteriores, en sociedades agrarias, encuentra una fuente de información excepcional en los diezmos, la décima parte de la producción de los principales productos agrarios, que la iglesia cobraba y anotaba con puntualidad y rigor para asegurarse de su cobro. Sin embargo, a principios del siglo XIX la contestación campesina y la confusión que las guerras napoleónicas introdujeron hicieron que su pago fuera irregular y dejaron de ser una fuente de tanto valor hasta su supresión en los años treinta de ese siglo. Esto no significa que resultara imposible estudiar la producción agraria hasta la aparición de estadísticas sobre esa producción en el siglo XX como lo demuestra el magnífico trabajo de Domingo Gallego, que acompañó el nacimiento del Instituto Gerónimo de Uztariz en sus primeros pasos, sobre la producción agraria en Navarra en la segunda mitad del siglo XIX. Pero se perdió información sobre la marcha año a año de esa producción.
En otro campo, el estudio de la industria Navarra en el siglo XIX que un equipo de investigación, nacido dentro del Instituto, emprendimos en los años ochenta permitió mostrar la presencia de una industria destacada, aunque con empresas de pequeño tamaño, con actividades en marinería, panificación, tejerías…, la aparición de las importantes azucareras tras la independencia de Cuba o el inicio de las eléctricas en el último cuarto del siglo XIX. El impuesto de utilidades fue la fuente que nos permitió abordar esta cuestión resaltando la existencia de unas actividades que mucha gente ignoraba: ¿Estáis estudiando la industria Navarra en el siglo XIX? ¿Pero la industria Navarra no es cosa de los años sesenta del siglo XX?
Las preguntas sobre el crecimiento económico relativo de las diferentes zonas, para nosotros el de Navarra, fueron dando paso a otras preguntas. La producción mundial ha crecido de forma exponencial en los últimos doscientos años, pero ese crecimiento ha empezado a mostrar los problemas que genera en el último cuarto de siglo. La producción se apoya en el uso de energías de las que disponemos de forma limitada, necesita de materiales como materias primas que también son limitadas, la producción y el consumo genera residuos que emitidos en exceso se acumulan y generan problemas. La perspectiva del agotamiento del petróleo o el Cambio Climático que hoy experimentamos son dos ejemplos muy llamativos de esos problemas.
Estamos constatando que el crecimiento económico tiene límites, los límites que imponen las bases físicas sobre las que se asienta. Desde la elaboración en 1970 del primer Informe al Club de Roma sobre los límites del crecimiento ha ido avanzando y asentándose la convicción social en los efectos negativos sobre la naturaleza, los problemas ecológicos, que la actividad humana en continua expansión ha producido. Y esta convicción introduce nuevas preguntas: ¿Cuáles son las raíces de estos problemas? ¿Cómo debemos gestionar los recursos físicos para evitarlos?
Se ha estimado que para generalizar a todo el mundo el nivel de consumo del estadounidense medio de hoy harían falta cinco planetas como la Tierra o tres si hablamos del europeo medio. En Navarra un estudio sobre nuestra Huella Ecológica elaborado en el año 2000 muestra que para obtener lo que consumimos y procesar lo que emitimos hace falta un territorio al menos un 60% mayor del que tenemos.
Algunos historiadores ya hace tiempo fueron pioneros en la incorporación de algunos de aquellos elementos físicos en sus análisis. Hay que destacar la Historia Económica de la Población Mundial, escrita en 1960 por el italiano Carlo Maria Cipolla, que hace un estudio desde el punto de vista energético de la evolución de la sociedad humana. En Navarra de forma incipiente, y todavía muy limitada, han comenzado a elaborarse algunos estudios que incorporan la reflexión de los límites físicos que la naturaleza impone al accionar humano.
El mismo año en que nació el Instituto Gerónimo de Uztariz, 1984, comenzaron a elaborarse anualmente los Balances Energéticos de Navarra que permiten acercarnos a los límites energéticos en que nos desenvolvemos los navarros, permiten aproximar las energías primarias que utilizamos, permiten detectar los sectores donde se detectan mayores problemas…
Estos balances, como fuente de información, tienen algunos problemas, pero abren caminos de avance muy fructíferos. Algún ejemplo de esos problemas: circunscritos a Navarra no incluyen información sobre el origen de muchas energías finales que utilizamos. ¿Cuánta energía ha sido precisa para extraer, transformar y transportar la gasolina que utilizan nuestros coches desde los lejanos lugares en que se extrae el petróleo (Rusia, Méjico, Venezuela…)? ¿Cuanta energía para disponer de gas natural en nuestros hogares (Argelia, Noruega, Qatar…)?…
Otros problemas tienen que ver con ciertas dificultades en su elaboración. Por ejemplo, llama la atención el aumento desmedido que experimenta en los últimos años el uso de derivados del petróleo por parte del sector agrario navarro. Uno sospecha que una parte importante de ese gasoil no se ha utilizado en la actividad agraria, sino como fuente de energía para calefacciones domésticas o para suministro de automóviles particulares que, a pesar de no estar permitido, su baratura ha impulsado.
Sin embargo, a pesar de estos problemas, han sido una fuente insustituible para aclarar algunos aspectos de las preguntas que nos hacíamos:
- – Han permitido medir con un buen grado de aproximación las aportaciones navarras al problema mundial del Cambio Climático, mostrando un aumento muy importante de las emisiones navarras de CO2 y otros Gases de Efecto Invernadero. Estas emisiones han sido crecientes y pudieran alcanzar un aumento del 70% sobre 1990, cuando el Protocolo de Kioto establece un objetivo del 8% a nivel mundial.
- – Han permitido constatar que a pesar del importante avance en el uso de energías renovables la sostenibilidad energética de Navarra no ha hecho sino retroceder. La razón es muy simple. Ha sido tan grande el aumento en el uso de energía que la utilización de combustibles fósiles no renovables ha crecido más que la utilización de renovables.
- – Han permitido mostrar que el crecimiento económico navarro se ha apoyado en un alto porcentaje de energías que provienen de fuera.
El camino que queda por delante es muy amplio para conocer mejor nuestra posición ante los límites físicos. ¿Qué ocurrió con la energía antes de 1984? ¿Cómo se fueron gestando unas formas productivas y de consumo desde el punto de vista energético?
Desde el punto de vista de los materiales el desconocimiento es todavía mayor y se plantea el reto de la elaboración de buenos estudios sobre la evolución del metabolismo de los materiales en Navarra. Podemos suponer, sin grave riesgo de error, que la sociedad Navarra ha aumentado muy notablemente en el uso de materiales presionando a la naturaleza y además en porcentajes crecientes de materiales procedentes del exterior, pero debemos precisar en qué tamaño, en cuales, con qué características… para poder hacer un diagnóstico preciso. También tenemos notables carencias en el conocimiento de la evolución de los residuos que emitimos…
Nuevos tiempos, nuevas preguntas, nuevos retos para nuestro conocimiento…
Alejandro Arizkun Cela
Vicepresidente del Instituto Gerónimo de Uztariz en su primera Junta Directiva