De Buenos Aires a Iruñea…
El Gerónimo como «lugar de mi memoria»
Cuando recibí la invitación para participar de la celebración del 25º aniversario del «Gerónimo» pensé que sería mejor escribir desde el corazón, que en definitiva es lo que me une a la gente que forma parte de este proyecto. Digo proyecto y no institución porque me parece que resume la idea de los objetivos de las personas que integran este colectivo: seguir para adelante, reflexionar sobre lo que se hace, compartir con otros, sociabilizar y sobre todo transitar el camino que, a mi modo de ver, es mejor que llegar…
Mi relación con el Instituto Gerónimo de Uztariz comienza con la decisión de presentar una comunicación para el «Congreso Internacional de Historia, Fuentes orales y visuales» que se llevó a cabo en Pamplona entre los días 7 y 9 de septiembre de 2005. Realmente, en ese entonces, que el congreso se realizara en Navarra era un dato más ya que estaba muy alejado de mi realidad y sobre todo de mi país, Argentina. Desde que recibí el correo que aceptaba mi propuesta firmado por Santiago Leoné, que hasta ese momento era, para mí, el secretario del Instituto, empezó lo que sería un «antes y después de Pamplona» en muchos aspectos de mi vida.
Llegué a Iruñea un 5 de septiembre y llamé por teléfono a Santiago con quien me encontré un rato después y sin esperar mucho tiempo dejé mis cosas en el hotel y fui para el cine Golem-Yamaguchi donde estaban proyectando el documental «El tren de la memoria». Como llegué cuando había empezado la proyección, me senté en la oscuridad de la sala hasta que terminó la función. Cuando se encendieron las luces alguien planteó un debate y como estaba muy ansiosa por participar del mismo empecé a hablar. ¡Claro! mi acento porteño entre todas las voces «peninsulares» no pasó desapercibido y alguien (creo que fue Mikeas, es decir: el Dr. José Miguel Lana) me dijo algo así como: «Eres Laura, la de los mails», aludiendo a los innumerables correos electrónicos que intercambié con los organizadores del congreso. Desde ese momento (creo que antes ya) me sentí como si fuera integrante de este grupo de gente que con tanto esfuerzo organizó el encuentro. Ese mismo día conocí al gran Giovanni Levi con quien me unía en ese momento un origen en común y ahora, lo digo con mucho orgullo, una hermosa amistad.
El 6 de septiembre fui a conocer un poco el centro Pamplona, que me impactó porque es una ciudad que, para los que no tenemos en nuestro pasado una «Edad Media», pero la enseñamos a los estudiantes, resulta un lugar excelente para vivenciarla, al menos desde su concepción urbanística. Así que enseguida busqué un plano para traerme a la Argentina y armar alguna actividad para mis chicos. Luego me encontré con Patxi y Fernando Mendiola a quienes acompañé a comprar el papel para los certificados de asistencia al congreso. En fin, puedo decir que me dejaron participar del backstage de la previa del encuentro.
Así llegamos al 7 de septiembre y a la conferencia inaugural del profesor Giovanni Levi. Ahí estaba yo, fascinada con la Universidad Pública de Navarra y pensando en el porqué (o los porqués) que llevaron a que nuestra universidad no esté en las mismas condiciones… mientras cuidaba que mi grabador estuviera en condiciones para grabar la charla de Giovanni. ¿Quién iba a pensar que ese registro iba a permitir que la conferencia del profesor Levi se publicara dos años después en las actas del congreso?
A partir de allí empezamos a escuchar las ponencias y a intercambiar experiencias que, en definitiva, es, a mi manera de ver, el principal objetivo de la realización de este tipo de encuentros.
En algunos casos pude «ponerle un rostro» a autores que había leído tiempo atrás, como Miren Llona, Pilar Gómez, Pedro Oliver Olmo, entre otros. Fue en este congreso en el que tuve la oportunidad de conocer a Tomás Biosca Esteve quien hoy, además de ser un gran amigo, es mi compañero de trabajo en el proyecto ArCa (Argentina-Catalunya) que empezó con intercambios de correos y terminó en un proyecto de investigación que realizamos, cada uno, desde nuestros respectivos centros educativos (Escuela Técnica ORT, Buenos Aires – Argentina y el IES de El Morell, Tarragona- Cataluña) para emprender un proyecto de investigación en común, basado en la construcción de fuentes orales.[i] Con Tomás compartimos hasta hoy encuentros en Tarragona, Barcelona, Buenos Aires en los que comprobamos que, aunque vivamos lejos el uno del otro, la necesidad de mantener un proyecto en común permite acortar las distancias geográficas.
Este congreso fue para mí el desencadenante de una serie de actividades relacionadas con la Historia Oral, que me llenaron de satisfacciones. Poder compartir mi experiencia en un marco tan distendido y sobre todo generoso, me permitió afianzarme en mi convicción de que este es el camino que quiero recorrer. Y así lo hice (y lo sigo haciendo) y la posibilidad que nos dan las Tics hacen que podamos estar comunicados y saber que el otro está ahí y que se identifica con nosotros tanto en las preocupaciones como en los logros.
Seguir en contacto con Fernando, Santiago, Patxi, Mikeas, Edurne, y otros compañeros que conocí en Iruñea en 2005, me llevó a reencontrarme con ellos en febrero de 2009 cuando fui invitada por el Gerónimo a dar un taller de Historia Oral a un numeroso grupo de alumnos de institutos de Navarra y la charla titulada «El eco de las desapariciones: memoria y educación en Argentina tras la dictadura». Esta visita me permitió seguir sumando amigos a los que ya tenía.
Trabajar con mis estudiantes a partir del libro de Fernando y Edurne «Esclavos del franquismo» y que estos participen del homenaje a las personas que sufrieron los trabajos forzados fue un gran aprendizaje para todos los involucrados. Poder contar con la colaboración de Fernando e Ignacio Mendiola en la obra compilada por mí «Historia Oral: Fundamentos metodológicos para reconstruir el pasado desde la diversidad» (en prensa) prologada por Giovanni Levi. Todas estas nuevas experiencias han sido consecuencia del compromiso que fuimos fortaleciendo gracias a la función de «lugar de memoria» que cumple, al menos para mí, el Gerónimo de Uztariz.
[i] El objetivo de la investigación es el de analizar a partir de las entrevistas de Historia Oral que realicen nuestros alumnos previamente capacitados para ello, cómo persiste el silencio después de la dictadura en España y Argentina.
Laura Benadiba